El domingo pasado me enfoqué en dos acciones específicas que nos pueden ayudar a mantener nuestro corazón puro, limpio y sano una vez que Jesús comienza la obra en nosotros: 1- CUIDAR LO QUE VEMOS y 2- CUIDAR LO QUE OÍMOS. Pero esto no es lo único que debemos hacer, hoy quiero enfocarme en dos acciones más:
3 – CUIDAR LO QUE PENSAMOS:
SOBRE DIOS: Por lo general, creo que ante cualquier situación que nos toque enfrentar en la vida, tendemos fácilmente a pensar mal de Dios: muchas veces pensamos que a Él no le importamos, que nunca nos va a sanar, que Él no nos escucha, que no nos tiene en cuenta, que no nos va a proveer, que no vamos a salir adelante, que no valemos nada, que nuestros problemas son mayores que Dios, y cuántos pensamientos más que son puras mentiras que van en contra de su palabra. Hay un proverbio que dice “Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados” Proverbios 16:3. Y justamente es lo que debemos hacer; si le entregamos a Dios nuestra vida y le encomendamos nuestros pasos, Él va a cambiar todos esos pensamientos negativos que son MENTIRAS, en pensamientos afirmados en SU PALABRA QUE ES VERDAD.
Una de las tantas cosas que deberíamos decirle a Dios en nuestras oraciones es esta: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno” Salmo 139:23-24. Los que somos hijos de Dios debemos tener “la mente de Cristo” 1 Corintios 2:16. Es decir, pensar como JESÚS pensaría: EN POSITIVO, SIEMPRE FIRME Y CONFIANDO EN LA VOLUNTAD DE DIOS, EN TODO TIEMPO.
Esto no quiere decir que nunca vamos a tener pensamientos malos, muchas veces vamos a tenerlos; pero la idea es que cuando los tengamos, nos encomendemos a Dios y le pidamos que cambie esos pensamientos negativos por pensamientos positivos, afirmándolos en LA VERDAD DE SU PALABRA; si le pedimos con fe, Él va a obrar.
SOBRE LOS DEMÁS: No necesariamente hace falta hablar para juzgar, hay que ser cuidadosos porque con los pensamientos nomas ya podemos estar juzgando a los demás cuando en realidad el papel de juez no nos corresponde. “Ya no nos juzguemos los unos a los otros, sino más bien decidid esto: no poner obstáculo o piedra de tropiezo al hermano” Romanos 14:13.
A nosotros no nos toca juzgar ni condenar, sino AMAR, SALVAR y preocuparnos por nuestra salvación y cuidar nuestro comportamiento, y de los demás se encargará Dios, pues todos daremos cuentas a Dios de nuestras acciones un día, día en el que “Dios le pagará a cada uno conforme a sus obras” Romanos 2:6.
SOBRE NOSOTROS MISMOS: “ninguno tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura” Romanos 12:3. Es correcto que debemos amarnos a nosotros mismos, pero amarnos no significa IDOLATRARNOS ni ALABARNOS, no hay que irse a los extremos. AMARNOS significa respetarnos, querernos, aceptar la forma en que Dios nos hizo, pensar en lo valiosos que somos para Él y cuidarnos en todo sentido; y si hemos recibido a Dios, con más razón debemos cuidarnos en todo, pues somos templos y moradas de su Santo Espíritu (1 Corintios 6:19).
En síntesis, tal como aconsejaba el apóstol: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, EN ESTO PENSAD” Filipenses 4:8.
4 – CUIDAR LO QUE HABLAMOS
“El hombre bueno, del
buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su
corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” San
Lucas 6:45.
SOBRE NOSOTROS: Seamos cuidadosos no solo con lo que pensamos de nosotros, sino también con lo que decimos de nosotros. Está muy bien reconocer y hablar de nuestro valor cuando sea necesario, pero tampoco nos vayamos al extremo. “Que te alabe el extraño, y no tu boca; el forastero, y no tus labios” Proverbios 27:2. Debe haber un equilibrio, no debemos maltratarnos pero tampoco alabarnos, simplemente AMARNOS.
SOBRE LOS DEMÁS/CON LOS DEMÁS: Las malas
conversaciones corrompen las buenas costumbres. 1 Corintios 15:33. Examinemos nuestras
conversaciones con los demás. ¿Hablamos mal de otros?, “hermanos, no habléis mal los unos de los otros” Santiago 4:11. ¿Hablamos
mentiras? “Aparta de ti la boca perversa,
y aleja de ti los labios falsos” Proverbios 4:24. ¿Hablamos con palabras
ásperas? “La blanda respuesta quita la
ira; mas la palabra áspera hace subir el furor” Proverbios 15:1 ¿Hablamos
sin saber? ¿Hablamos sin estar seguros de lo que decimos? “Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto,
de mal procede” San Mateo 5:37.
Además de todo esto, el hecho de cuidar lo que hablamos no se limita solamente a lo que literalmente DECIMOS con nuestra boca, sino también a todo aquello que compartimos con los demás a través de nuestras redes sociales o cualquier otro medio. Analicemos todo aquello que compartimos con los demás: pensamientos, ideas, frases… ¿estoy agradando a Dios con lo que digo/hablo/comento/comparto? (sea en redes sociales o en persona, todo cuenta). Si analizamos nuestros actos con un corazón humilde y sincero, Dios nos va a hacer saber qué cosas no le agradan y nos dará la fuerza para hacer lo correcto ante sus ojos.
“Examina la senda de
tus pies, y todos tus caminos sean rectos. No te desvíes a la derecha ni a la
izquierda; aparta tu pie del mal” Proverbios 4:26-27.
Si realmente queremos agradar a Dios y mantener la limpieza que Él va haciendo en nuestros corazones, debemos cuidarnos en absolutamente TODO lo que hacemos.
Esto no quiere decir que nunca vamos a fallar, por supuesto que de vez en cuando cometeremos errores, pero lo importante es NO ALEJARNOS SINO SIEMPRE VOLVER A DIOS con un corazón humillado, dispuestos a aprender de los errores cometidos y dispuestos a ser MOLDEADOS y PURIFICADOS nuevamente. Es necesario que Dios trabaje en nosotros diariamente, por eso la importancia de buscarlo y darle lugar en nuestras vidas un poquito más cada día.
Por último quiero aclarar que todos estos consejos no son solo para ustedes que me leen, sino también (y primeramente) para mí; yo también estoy igual que ustedes, a pesar de mis errores, esforzándome cada día por agradarle más a Dios, pues en Él solamente encuentro mi PLENITUD y mi FELICIDAD. Dios nos ayude y nos de constantemente el deseo de servirle, amarle y hacer siempre lo correcto ante sus ojos.
Él los bendiga siempre.
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