Hace un tiempo me puse a pensar en el tipo de oración que hago cada día. Me puse a reflexionar sobre ¿qué le digo y qué le pido a Dios cuando oro? Y Dios me hizo ver que a mi oración le faltaban muchas cosas.
Pude notar que en mis oraciones agradecía, pero no lo suficiente. De hecho, empezaba agradeciendo muy rápida y brevemente y al toque ya empezaba a pedirle a Dios una cosa y otra. Es decir, pasaba el mayor tiempo de la oración viendo de qué manera Dios me podía seguir beneficiando, en vez de agradecerle más lenta y detalladamente por todos los beneficios que ya me había dado.
Otra cosa que pude notar es que mis peticiones eran todas sobre las cosas terrenales y temporales: que Dios me ayude en mis estudios, bendiga mi trabajo, me siga proveyendo, me proteja, me de salud a mi y a mi familia y listo, eso era todo. Y está bien pedir por esas cosas, pero Dios me hizo ver que eso NO ERA LO ÚNICO que yo debía incluir en mi oración; que la verdadera oración va mucho más allá de pedir solo por lo terrenal y pasajero.
Dios me hizo ver lo errado que estaba mi enfoque cuando oraba, yo estaba dirigiéndome a Él con una "lista de deseos" para que Él me los cumpla como si fuera el genio de la lámpara, y me estaba olvidando de pedirle lo más importante: que me enseñe a ser más como Jesús cada día, que me enseñe a imitarlo más, a seguirlo más, a conocerlo más. Yo me dirigía a Dios pensando solamente en los beneficios que podía obtener de Él, en vez de dirigirme con un corazón entregado, dispuesto a obedecerle y a que Él haga su voluntad en mí. Es más, me di cuenta de que incluso cuando en mis oraciones le decía "Dios, que se haga tu voluntad", no lo decía de verdad, sino por pura costumbre de cerrar así mis oraciones; porque la verdad era que en mi corazón solo quería que Dios cumpliera mi voluntad en vez de la suya.
Dios amorosamente me hizo comprender este error y me hizo ver la tremenda necesidad que yo tenía de que Él moldeara y trabajara en mi corazón, ordenando todo el caos que había dentro y que yo no podía ver. Él no solo quería ayudarme en mis estudios, bendecirme en mi trabajo y darme salud a mi y a mi familia, sino que Él quería ir más profundo: trabajar en mi corazón, sanarlo de todas las heridas que pudiera tener, ordenar mi vida y enseñarme a ser más como Jesús, enseñarme a amar más, a perdonar más, a creer más, a confiar más, y a dudar y juzgar MENOS.
Y gracias a que Dios me hizo entender eso, pude mejorar un poco más mis oraciones. Esto no quiere decir que mis oraciones son perfectas. PARA NADA. Simplemente Dios me enseñó a orar con un corazón más abierto, más humillado, más entregado y más dispuesto a ser moldeado por sus manos.
Antes solamente me preocupaba por que Dios cumpliera mis peticiones, ahora aprendí a preocuparme más por la condición de mi corazón y mi relación con Dios.
Antes me dirigía a Dios de manera interesada, viendo qué provecho podía sacar de su poder; ahora aprendí a dirigirme a Él con un corazón más humilde y sencillo, que lo busca no solo por las bendiciones que Él pueda dar sino porque realmente necesita su amor para vivir.
Antes le hablaba como si fuera el genio de la lámpara; ahora aprendí a hablarle como un verdadero amigo que me escucha y está dispuesto a ayudarme.
Antes oraba siempre de la misma forma, prácticamente me sabía mi oración de memoria porque repetía siempre lo mismo; ahora mis oraciones son más reales y genuinas, todas tienen algo nuevo o diferente a la oración anterior.
Antes solo le pedía que cambiara a las otras personas, creyendo que yo no tenía errores que corregir; ahora lo primero que hago es pedirle que me transforme y moldee a su imagen un poco más cada día; que saque de mí lo que deba sacar, que deje lo que deba dejar, que ponga en mí lo que deba poner y que cambie lo que deba cambiar.
Antes me preocupaba que Dios no hiciera lo que yo quería; ahora entendí que todo lo que Él quiere y hace es mejor que lo que yo puedo querer o hacer.
Así que doy gloria a Dios por haber tenido paciencia conmigo y haberme corregido este error con tanto amor. Él nunca me juzgó, condenó o me hizo sentir avergonzada, PARA NADA; pues ÉL ES EL AMOR EN SU MÁXIMA EXPRESIÓN.
Espero este devocional haya sido de bendición para sus vidas. Un abrazo.