Cuando todavía no hemos aceptado a Dios en nuestro corazón ni hemos tenido un encuentro con Él, quizás escuchar sobre que los cristianos deben cumplir ciertos mandamientos puede parecernos autoritario, o pensamos “¿Por qué no pueden hacer lo que ellos quieren en vez de cumplir mandamientos?”, “¿por qué Dios no los deja hacer lo que ellos quieren?” o quizás pensamos “a mí nadie me mandó, me manda ni me va a mandar, yo hago lo que quiero cuando quiero”, entre otras cosas. Esas cosas pensamos porque aún no hemos conocido a Jesús, pero cuando lo aceptamos y realmente lo empezamos a conocer, no volvemos a ser los mismos.
Antes de recibir a Dios, conocerlo de verdad y enamorarnos de Él, quizás escuchar que hay ciertos mandamientos por cumplir en la vida cristiana nos puede parecer duro o difícil, pero en el proceso de conocer más a Dios es que empezamos a encontrar deleite en Él, comenzamos a disfrutar de su presencia y Él comienza a ser todo lo que anhelamos, y nos enamoramos de tal forma que queremos hacer todo lo que a Él le agrada; nos enamoramos de tal forma que lo único que nos importa es lo que Él piense y diga de nosotros, y no lo que el mundo ni las demás personas digan o piensen.
¿Vieron la famosa frase “sus deseos son órdenes”, que hace referencia a que los deseos de la otra persona son como órdenes para nosotros? Bueno, en la vida de un cristiano sucede que, una vez que conocemos a Dios, sus órdenes y sus mandamientos comienzan a ser nuestros deseos.
Ahora si analizamos las palabras “órdenes y mandamientos”, quizás al principio nos suenan como algo que no nos guste, pero cuando se trata de las ÓRDENES y MANDAMIENTOS DE DIOS, nos damos cuenta de que estos son BUENOS, AGRADABLES Y JUSTOS, porque en Dios hay bondad y justicia.
A continuación citaré algunos mandamientos para no extenderme demasiado, pero pueden leerlos a todos en Deuteronomio 5:1-21 o en Éxodo 20:1-17.
-Con respecto a nuestra conducta con los demás:
“Honra a tu padre y a
tu madre (…) No matarás. No cometerás adulterio. No hurtarás. No hablarás contra
tu prójimo falso testimonio. No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás
la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni
cosa alguna de tu prójimo” (Éxodo 20:12-17)
¿A qué padre le gusta que su hijo le desobedezca? ¿A quién le gusta que le mientan, o que lo engañen? ¿A qué hombre o mujer le gusta que su pareja lo engañe con otra persona? ¿A quién le gusta que le roben? ¿A quién le gusta que hablen mal de uno? ¿A quién le gusta que otros anden entrometiéndose en su vida? ¿A quién le gusta que lo odien o le tengan envidia? ASÍ ES, A NADIE.
Y es justamente esto lo que Dios nos manda que NO HAGAMOS, pues estas cosas solo traen contienda y amargura, en cambio la obediencia a los mandamientos de Dios nos traerá BENDICIÓN.
-Con respecto a nuestra conducta con Dios:
“No tendrás dioses
ajenos delante de mí. No harás para ti escultura, ni imagen alguna de cosa que
está arriba en los cielos, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la
tierra. No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso (…) No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano”
(Deuteronomio 5:7-11)
¿A quién le gusta que usen su nombre en vano, es decir, para burlas o para cosas desagradables? A NADIE, bueno, con Dios pasa igual. A Él tampoco le gusta que usen su nombre en vano, pues Él es SANTO y merece TODO EL RESPETO. Además, no hay otro Dios fuera de Él, “Yo soy Jehová, y ninguno más hay; no hay Dios fuera de mí” (Isaías 45:5), Él es el único DIOS viviente y poderoso, y es el ÚNICO DIOS a quien debemos adorar. Cualquier otra criatura que el ser humano considere “dios” en realidad no es nada más que un “ídolo” al cual Dios manda NO ADORAR sino ENTENDER que no son verdaderamente dioses, solo Él es DIOS, el GRAN YO SOY.
Ahora, veamos los DOS PRINCIPALES Y GRANDES MANDAMIENTOS:
“Jesús dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo
tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y
grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo” (San Mateo 22:37-39)
Recuerdo que por mucho tiempo yo no lograba entender por qué eran estos los principales mandamientos. Pensaba: "¿y qué hay con el mandamiento de no matar o el de no robar?, ¿qué tal el mandamiento de no hablar mal contra el prójimo? ¿y el de no adorar a ídolos?”. Hasta que un día entendí, ¡que cumpliendo estos dos principales mandamientos, iba a estar cumpliendo el resto! ¿Por qué? Porque si AMO A DIOS, no voy a usar su nombre en vano, ni postrarme ante otros ídolos, ni adorar a otros dioses; y si AMO A MI PRÓJIMO COMO A MI MISMO, no voy a robarle, ni matarle, ni hablar mal contra él, y en el caso de mis padres (que también son mis prójimos), no voy a desobedecerles; y en el caso de mi esposo/a, no voy a engañarlo/a porque entiendo que eso es dañarlo/a y desobedecer a Dios.
Así que, de esta forma podemos ver
que los mandamientos de Dios no son desagradables, TODO LO CONTRARIO, estos reflejan
su esencia: AMOR. Eso es todo lo que Dios nos manda que hagamos: AMARLO A ÉL Y
A NUESTRO PRÓJIMO COMO A NOSOTROS MISMOS.
GUARDAR Y CUMPLIR LOS MANDAMIENTOS
DE DIOS, ESO ES EL TODO DEL SER HUMANO. Tal como dice Eclesiastés 12:13 “Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto
es el todo del hombre”
¡Que nuestro mayor anhelo sea AGRADAR A DIOS y atesorar sus mandamientos en NUESTRO CORAZÓN! Para que podamos como el salmista decir:
“Con todo mi corazón
te he buscado; No me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi corazón he
guardado tus dichos, Para no pecar contra ti” (Salmo 119: 10-11).
“En tus mandamientos
meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me
olvidaré de tus palabras” (Salmo 119: 15-16).
“Hablará mi lengua tus
dichos, porque todos tus mandamientos son justicia” (Salmo 119:172).
En el próximo devocional me enfocaré en las BENDICIONES QUE TRAE EL OBEDECER LOS MANDAMIENTOS DE DIOS.
Él los bendiga enormemente.