miércoles, 14 de octubre de 2020

¡OTRO ANIMALITO SANADO POR DIOS!

 ¡TESTIMONIO 5




Hace aproximadamente 4 años atrás, me levanté una mañana y vi que Simón, mi perrito caniche, estaba medio triste y desanimado. Estuvo así todo el día, pero pensé que no sería algo grave y que quizás solo estaba mal del estómago. Desafortunadamente, empezó a empeorar. Ya no caminaba sino que estaba directamente tirado en su colchoncito, sin fuerzas para levantarse; así que lo llevé al veterinario. Le hicieron análisis de sangre y orina; y el resultado no fue nada bueno: tenía sus riñones gravemente infectados.

 

Automáticamente lo internaron, y yo empecé a orar y pedir oración por él, porque sabía que Dios tenía el poder para sanarlo, ya que se trataba de su creación. Estuvo internado durante una semana y solo lo alimentaban con suero, por lo tanto bajó mucho de peso. Lamentablemente, el resultado de cada análisis era cada vez peor. Hasta que un día, el veterinario me dijo que su enfermedad ya no tenía remedio, que su expectativa de vida era de muy corto tiempo y que ante esto solo había dos opciones: o sacrificarlo, o darle medicina paliativa para aliviar su sufrimiento hasta que muriera. Sin embargo, nosotros no perdíamos la fe. Junto con mi familia y varios hermanos de la iglesia estábamos orando por él y sabíamos que Dios lo podía sanar.

 

 Luego de unos días, el veterinario me dijo que el perrito estaba mejor porque le habían dado antibióticos para aliviar el dolor. Sin embargo, el hecho de que mejorara del todo era prácticamente imposible. Esto fue un día viernes, y hasta ahí todo bien, pero había que ver qué pasaba sábado y domingo. Lo trajimos a casa pero el lunes había que llevarlo de vuelta a control para que le hicieran más análisis.

 

Resulta que esas oraciones no habían caído a un vacío, y ese fin de semana, Dios comenzó su obra. El día lunes me desperté y cuando fui a ver a Simón, ¡me di con que estaba caminando! estaba un poco débil pero CAMINABA, y me pedía comida. Ese día lo noté mejor y mucho más animado. Así que fui al veterinario y le conté la buena noticia, él se alegró y me dijo que esperáramos un día más para hacerle los estudios. El día miércoles, le hicieron los análisis y vimos los resultados y, PARA LA GLORIA DE DIOS, ¡SIMÓN YA NO TENÍA ABSOLUTAMENTE NADA! ¡NO HABÍA INFECCIÓN ALGUNA! ¡Los valores que le habían dado súper altos, ya le habían bajado, así que él estaba completamente sano!

¡El veterinario quedó impresionado y no entendía cómo era posible que en el lapso de tan poco tiempo Simón, siendo tan cachorro, se recuperara de una infección en sus riñones tan grave!


Él dijo que lo controlara y que ante cualquier cosa lo llevara de nuevo; pero a Dios gracias, ya no hizo falta que lo volviera a llevar al veterinario ¡PORQUE DIOS LO HABÍA SANADO, Y CUANDO ÉL OBRA, LO HACE DE MANERA PERFECTA Y COMPLETA!

Su expectativa de vida era de muy poco tiemo, pero mi perrito ahora tiene 5 AÑOS y a partir de ese momento NUNCA MÁS volvió a tener problemas de salud. Ahora está súper sano y disfrutamos de su dulce compañía en casa. ¡DIOS NOS RESPONDIÓ, DIOS LO SANÓ! ¡A Él sea la gloria por siempre!


-Anónimo.


domingo, 11 de octubre de 2020

¡JESÚS CALMA LA TORMENTA!


DEVOCIONAL EN CONJUNTO CON MI INVITADA ESPECIAL: ¡BELÉN BRAVO!

                                                                 

Este devocional está basado en el pasaje que se titula "Jesús calma la tempestad" (San Marcos 4:35).

El pasaje cuenta sobre un día en el que Jesús pide a sus discípulos ir al otro lado del mar, iban en varias barcas; pero de bien que iban, se levantó una tempestad tan fuerte que por poco se ahogaban. Sin embargo, Jesús dormía. Sus discípulos, con desesperación, le despertaron diciéndole: “¿Maestro, no te importa que perezcamos?”

 

Muchas veces decimos que Jesús dirige nuestra barca (nuestra vida), y decimos que Él mora en nuestro corazón, pero claro, es muy fácil decirlo cuando todo a nuestro alrededor marcha bien. Los discípulos tenían al dador de la vida en su barca, sin embargo, estaban muy atemorizados por la tempestad. ¿Realmente sabían con quién estaban?

                     

Cuando Jesús se levantó, reprendió la tempestad y se hizo grande bonanza, luego cuestionó a sus discípulos a causa de su temor. ¿Cómo es que no tenían fe? Andaban con Él, veían todos sus milagros, estaban en frente de Él todos los días, y aún así, a pesar de tenerlo en la barca, tuvieron miedo de la tempestad. Pero cuando Jesús les dijo: “¿Cómo es que no tienen fe?” fue como si les dijese: “¿Cómo es que no confían en mí?” Y no solo se refería a confiar en su poder, o confiar específicamente en que Él calmaría la tempestad, sino que se refería a realmente confiar EN SU PERSONA, EN QUIEN ÉL ERA.

 

Hoy Jesús nos dice a nosotros: ¡Estén seguros! ¡Están conmigo! ¡Aunque la barca se hunda, yo sigo estando con ustedes! Confíen en mí, aunque parezca que sus problemas no tienen solución, confíen en mí, ¡yo estoy con ustedes! Aunque parezca que todo está perdido, ¡yo sigo a su lado! NO TENGAN MIEDO. YO SOY EL QUE RESUCITÓ AL TERCER DÍA, YO VENCÍ LA MUERTE. EN MÍ HAY VIDA. EN MÍ ESTÁ LA VICTORIA. ¡NO TEMAN, YO LOS AYUDO!

¡Nos aferremos a las palabras de Jesús, recordemos que Él es el capitán de nuestra barca! Confiemos en JESÚS.

 

¡Dios los bendiga!