Invitada especial: Antonella Simón
¡Buenas noches a todos! soy Antonella y en esta oportunidad, quisiera compartir algo con ustedes que Dios me ha estado hablando últimamente, espero sea de fortaleza para sus vidas.
¿Alguna vez te pasó de sentir que en tu mente había un millón de pensamientos diferentes? A mí... ¡Ufff! Muchísimas veces. Creo que todos en algún momento experimentamos una especie de “lucha interna” en nuestros corazones donde se nos hace tan gris el panorama que no sabemos qué camino elegir.
Yo comencé a darme cuenta que todas esas dudas y esas preguntas sin respuestas dando vueltas en mi corazón, eran el resultado de estar prestando mis oídos espirituales a otras voces, a todas, menos a la más importante: la VOZ del Espíritu Santo.
Dios, en su gran misericordia y amor, en ese instante de confusión, trajo a mi mente el momento en el que Jesucristo ayunó en el desierto (San Lucas 4:1-13). El enemigo se le apareció y comenzó a hablar mentiras, engaños e intentó convencerlo sólo con el fin de desviarlo del propósito y la tarea tan importante que debía cumplir en la tierra y que luego nos daría la vida eterna. Pero... ¿sabes qué? Jesús estaba tan ligado al Padre y tan unido a Su voz, que las palabras que llegaron a sus oídos no lo hicieron dudar ni por un segundo, al contrario, respondió con plena sabiduría y le ordenó al enemigo que se alejara de Él... luego, continuó el camino.
En Cristo está el máximo ejemplo de determinación que todos deberíamos imitar: el de escuchar lo que Dios habló de nosotros desde la eternidad y Su diseño original para con nuestras vidas. Te comparto estas palabras que Jesús dijo:
“Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina” San Mateo 7:24-27.
Creo que en estos versículos está la solución para “apagar” todas esas voces. Aquel que se afirma en Cristo Jesús no será derribado. Anhelo que puedas, en este tiempo de tanta incertidumbre para muchos (pero a la vez perfecto en los planes de Dios), establecer tu confianza sobre la roca firme y desear con todo tu corazón oír lo que El tiene para decirte.
Te bendigo en Su nombre y oro por vos para que seas prosperado en cada área de tu vida. ¡ABRAZO!
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