¿QUÉ RIQUEZAS ESTAMOS PIDIENDO?
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Es normal que una de las primeras cosas que el ser
humano le pida a Dios tenga que ver con riquezas materiales (auto, casa,
trabajo, etc). Por supuesto que pedirle esto no tiene nada de malo, debido a
que necesitamos de estas riquezas materiales para subsistir en esta tierra, y
Dios lo sabe. Lo que Dios siempre nos recuerda es que no nos afanemos
(preocupemos) por lo que habremos de comer, beber o vestir, sino que confiemos en
que Él nos va a proveer. “No os afanéis, pues, diciendo: ¿qué comeremos, o qué beberemos,
o qué vestiremos? (…) vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas estas cosas” San Mateo 6:31-32. Él se encargará de aparejarnos trabajo; con
respecto a esto, muchas veces Dios ya nos abre la puerta sin que toquemos (es
decir, nos hace llegar el trabajo sin que lo busquemos) y otras veces, nosotros
debemos tocar la puerta y Dios la abre (es decir, nosotros debemos buscar
trabajo y Dios lo aparejará). Por supuesto que lo que nos tocará hacer luego es
trabajar, que de hecho es don de Dios, como dice Eclesiastés 5:19: “A todo
hombre a quien Dios da riquezas y bienes y le da también facultad para que coma
de ellas, y tome su parte y goce de su trabajo, esto es don de Dios”.
Sin embargo, NO es el trabajo aquello que debemos
buscar PRIMERO, para luego de conseguirlo “estar tranquilos” y poder al fin buscar
a Dios, sino BUSCAR PRIMERAMENTE el reino de Dios y su justicia, y luego de
haber hecho esto, obtendremos por añadidura las provisiones de Dios como el
trabajo, la vestimenta, el sustento diario y cuántas bendiciones más. “Mas
buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os
serán añadidas” San Mateo 6:33.
El problema es que muchas veces, nos preocupamos más
por las riquezas materiales que por las riquezas espirituales. Es decir, Dios
en su misericordia nos provee la riqueza material, pero nos conformamos con eso
como si no hubiera más cosas por pedir, y como si no tuviéramos un Dios que nos
pueda dar más; pues vaya que sí tenemos un Dios que nos puede dar más y vaya
que sí hay muchas cosas más por pedir: RIQUEZAS
ESPIRITUALES, tales como: la paciencia, la templanza, el amor, el gozo,
la paz, la fe, la bondad, la mansedumbre, la benignidad (que a decir de paso,
son los frutos del Espíritu de Dios en nosotros – Gálatas 5:22), la sabiduría, la
inteligencia, el discernimiento, la revelación, la fuerza, el dominio propio,
la valentía, la madurez espiritual y cuántas riquezas más que están ocultas y
que Dios ANHELA enseñarnos. “Clama a mí y yo te responderé, y te enseñaré cosas
grandes y ocultas que tú no conoces” Jeremías 33:3.
Como dice Colosenses 3:2, lo que Dios en
realidad quiere es que pongamos la mira en las cosas de arriba, no en las de la
tierra, y tal como dice Mateo 6:19, que en vez de
preocuparnos por hacer tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín
corrompen y donde ladrones minan y hurtan, mejor nos preocupemos por hacer
tesoros en el cielo, donde no hay polillas, orín, ni ladrones que destruyan
nuestros tesoros.
Así que, las riquezas materiales son necesarias para
subsistir en este mundo, pero no lo son todo, ni duran para siempre (Proverbios
27:24). Por lo tanto lo que Dios quiere es que “si se aumentan las
riquezas, no pongáis el corazón en ellas” Salmo 62:10. “¿Has de poner la
mirada en las riquezas, siendo ningunas?” Proverbios 23:5. Además, como dice San Mateo 6:24, no podemos servir a
Dios y a las riquezas, o es una opción o es la otra. Por lo tanto, nos conviene
tomar el consejo de 1 Timoteo 6:17 “A los ricos de este siglo manda que no sean
altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino
en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las
disfrutemos”.
Así que, Dios no tiene problema con que disfrutemos las
riquezas materiales, siempre y cuando nuestro corazón no las esté sirviendo a ellas,
sino a Dios, quien aparte de tener poder para hacernos ricos materialmente, lo
tiene para hacernos ricos espiritualmente, que de hecho es lo más importante y
es aquello en lo que nos debemos enfocar, "llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios" Colosenses 1:9-10, “hasta alcanzar todas las riquezas del
pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio de Dios el Padre, y de
Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento” Colosenses 2: 2-3.
Dios te ama y además de prosperarte, quiere enseñarte, ¿estás dispuesto a aprender?
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