Creo que a todos los que creemos en Dios y en Jesús nos ha pasado alguna vez que, de bien que estamos, sentimos que hemos perdido la fe. Nos volvemos a preocupar DE NUEVO por cosas del pasado, o empezamos a preocuparnos por el presente y por lo que ha de venir. A pesar de que estemos rodeados de personas a nuestro alrededor, nos sentimos solos. Los pensamientos de tristeza nos invaden y no nos dejan pensar ni ver claramente. Nos olvidamos de las cosas que Dios hizo por nosotros. Olvidamos que Él ya nos perdonó y que ya no se acuerda más de los errores que cometimos en el pasado. Olvidamos las veces que Dios nos proveyó, nos bendijo y nos guardó de cuántos males y peligros.
¿Saben por qué nos sucede eso a veces? Porque dejamos de mirar a Dios y empezamos a mirar los problemas; porque en lugar de oír lo que Dios dice, empezamos a oír lo que nos dicen los problemas; porque en vez de ver cuán grande es Dios, nos ponemos a ver cuán grandes son los problemas, y olvidamos que esos "grandes" problemas pueden ser grandes para nosotros, pero ante Dios no son NADA.
Los discípulos de Jesús navegaban por el mar en una barca y se desató una fuerte tormenta, pero de repente vieron a alguien que venía caminando sobre las aguas. Era Jesús pero creían que era un fantasma. Jesús les dijo que era ÉL, que no temieran, pero ellos dudaban. Pedro, para asegurarse, le dijo que si en verdad era Jesús, lo mandara a caminar sobre las aguas. Jesús le dijo que fuera hacia Él, y Pedro empezó a caminar sobre las aguas mirando a Jesús. Pero de bien que iba, Pedro empezó a ver la tormenta y DEJÓ de mirar de Jesús, entonces empezó a hundirse. Jesús extendió su mano y lo salvó, lo llevó de regreso a la barca y calmó la tormenta. Todos los discípulos estaban impactados por lo que habían visto y daban gloria a Dios, reconociendo que Jesús era verdaderamente su Hijo. (Pueden leer la historia completa en San Mateo 14:22-33)
A veces, de bien que venimos viendo a Jesús, se desata una fuerte tormenta (problemas), y comenzamos a temer y a dudar de que Él verdaderamente está allí para ayudarnos. Dudamos de su presencia, creemos que estamos solos. Apartamos la mirada de Jesús y comenzamos a hundirnos en nuestros problemas. Quizás estás pasando por eso ahora, y hoy quiero animarte a que tu fe en Jesús sea más grande que tu miedo.
No permitas que el mundo y tus problemas hagan más ruido y te impidan oír la voz de Dios. Dios quiere salvarte, ayudarte y bendecirte. ¡Atiende a su voz! 💖
💖¡Dios te bendiga!💖
1 comentario:
Amén, que hermoso devocional fue
De mucha bendición para mí.
Bendiciónes.
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